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Obús del frente de San Pedro de Orduña Abril 2025

CASI GUDARI. BOMBAS SOBRE GORBEIA EN 1937

El 16 de noviembre de 2016 fui a Orduña y su zona de influencia a realizar diversas entrevistas etnográficas. Una de ellas fue al nonagenario Andrés Ugarte Zulueta, con objeto de que me contara la historia de su dedo de la mano derecha, tocado por metralla en Gorbeia durante la Guerra Civil Española. La cita se celebró en la Bodega Artomaña Txakoliña (Amurrio, Álava).

Un mes antes, en la conferencia que di en la Alhóndiga de la ciudad de Orduña, sobre historia del montañismo vasco, al finalizar la misma, se me acercó Andrés, al que no conocía, para decirme que tenía una pequeña historia con Gorbeia de testigo para contarme y ya me olió bien el comentario. Efectivamente lo del dedo tocado por la metralla de un avión fue la excusa para que me contara datos de gran valía en mi constante investigación sobre cualquier tema de la montaña sagrada de los vascos.

Andrés tenía 16 años cuando estalló la guerra y hasta los 17 no era posible alistarse, por eso formalmente no fue Gudari, pero sí lo fue pues hizo lo mismo que el resto en el acarreo de víveres o munición.

Una vez estallada la guerra civil el ayuntamiento de Orduña, antes de que los sublevados se hicieran con él, designaba a una familia cada día para que acudiera hasta la gasolinera con su carro y dos bueyes para cargarlo todo, animales incluidos, en un camión requisado a un requeté, e ir hasta Orozko con él. Iban hasta Gallartu donde terminaba el camino rodado que desde Ibarra era una pista en malas condiciones. Descargaban el carro y los bueyes y por Agarre y Pagomakurre subían hasta Arraba, pues de aquí ya no se podía pasar. En el carro cargaban víveres y munición. El paso de Aldape lo hacían en mulos habiendo descargando del carro el material. También llevaban muchas estacas y alambre, me cuenta Andrés. Eran caravanas de carros y cada cinco de ellos había un responsable que velaba porque todo iría bien. Sobre todo para que nadie robara material. Cada carro llevaba dos parejas de bueyes, la primera atada directamente al ingenio de madera y la segunda con una cadena que tiraba desde un yugo a la punta del carro.

Las explicaciones de Andrés son contundentes, claras, concisas, casi me está permitiendo escuchar el respirar de los bueyes azuzados por un akullu para que no se pararan. Me dice Andrés, “Iñaki, yo no era del Ejército Vasco, pero estaba movilizado igual que todos, me faltaban unos meses para serlo, no tenía edad todavía”.

Andrés, ¿dónde dormíais cuando llegabais o bajabais de Gorbeia a Orozko? En Gallartu había tres caseríos cedidos para ello y dormíamos en la cuadra entre paja. Nos daban allí de comer y de eso se encargaba el Gobierno Vasco (recién constituido). Pero siempre teníamos algo escondido pues lo cogíamos de los carros cuando no nos veían.

Volvamos a la guerra Andrés ¿Cómo fue lo de tu dedo? Un avión “alcahuete” italiano sobrevoló la zona donde estábamos cerca de Arraba y seguido, otro, empezó a escupir bombas. Todo fue muy rápido. Murieron cinco hombres de los que subían con los mulos hasta Igiriñao. Salían de un hayal y les cogió de lleno mientras nosotros íbamos un poco más atrás, yo empujando a los bueyes de mi caserío, y nos escondimos en el bosque y algo de metralla que volaba me alcanzó en el dedo. Me enseña el dedo que fotografío.

Subieron a Arraba un cañón del 7 y medio (75 mm). En las minas de los Cuetos (frente de San Pedro en Urkabustaiz) hubo 3 cañones de esos, dice. Eran sin duda los que tuvo el Gobierno Vasco por la zona del frente alavés, cañones japoneses traídos por los rusos. El día que se abandonó Gorbeia, Andrés allí estaba. Le tocaba acompañar  a su aita y aitite a la guerra. Estaban con sus bueyes, dos parejas tenían y dos llevaron. Aquel día hubo mucha aviación y tiraron infinidad de bombas y ya no había nada que hacer. Bajaron a Gallartu y con el siguiente relevo, que ya no subió a Gorbeia, volvieron a casa.

Al de pocos días estaban debajo de la zona del monte San Pedro trabajando en un campo y de nuevo sufrieron otro bombardeo. De buena se libraron dice. Su aita le mando que fuera hasta Orduña a guarecerse y él le desobedeció y se quedó en Saratxo en el caserío de una tía. A su aita lo emboscaron los requetés y lo llevaron a las escuelas de Oiardo. Al día siguiente lo trasladaron a Madrid y al no tener delitos de sangre, lo dejaron libre. Volvió a Aloria, allí, por cierto, nació Andrés, un fenomenal informante.

Intentando me dibujara más el contexto de la guerra en Gorbeia, me cuenta que se acuerda como si fuera ayer dónde estaban las cocinas y la intendencia en Igiriñao. En el bosque y frente a la pequeña ermita de Nuestra Señora de las Nieves. Tras el último bombardeo todo quedó derruido, arrasaron con todo. El volvió a casa y fueron los sublevados en busca de su aitite, que era Republicano. De los 10 hermanos que eran los Ugarte-Zulueta, sólo estaba en casa él ese día. Era la 1 de la madrugada. No le cogieron pues olía que venían y se marchó un poco antes. A Andrés le subieron al puesto que tenían en el puerto de la barrerilla, en la caseta de los camineros, eran las 4 de la mañana. El mismo día se llevaron de Artomaña a otro chaval de 16 años. A varios niños los fusilaron en Murgia al de unas horas. Él tenía que haber estado en ese pelotón pero se escapó. Le tiraron varias veces con sus armas pero no consiguieron darle. Pidió permiso para ir a orinar y se dio cuenta de que sólo había un soldado cuidándoles, el resto dormía. Andrés había estudiado la fuga pues sabía que podían fusilarlo y se jugó todo a una carta que fue la buena. En cuanto cogí la puerta para ir a mear, me dice sonriente, salí corriendo y me metí en el bosque, era de noche, conocía muy bien el lugar y ellos no. Bajó hasta detrás de la estación de Artomaña y se escondió entre matos hasta que amaneció. En ese momento empieza de nuevo un gran tiroteo y él está en medio. Sale corriendo y se mete en el monte San Pedro. Sigue la refriega. Va hasta la estación de Lezama y encima de esta, en una trinchera, se encuentra con la primera avanzadilla de la zona republicana. Sólo recuerda que había mucha sangre en el lugar. Baja la cabeza Andrés para contarme esto, en recuerdo y memoria de la gente que murió allí. Nuestro jovenzuelo protagonista de esta fuga y de esta entrevista tenía los pantalones rotos y la camisa desgarrada por los matos y los pichos de las zarzas. Estaba helado, no podía ni hablar, se quedó mudo entre el miedo y el frío, era un horror. Los republicanos que estaban cerca de él creyeron que era un chivato de los sublevados . Cerca había un agricultor sacando patatas y le conoció y eso le libró. Me apunta que aquello cambió de tono. Ya pudo hablar.

En este momento de la entrevista se le cae a Andrés la cachaba que tenía apoyada en la mesa donde estábamos charlando y yo, que andaba tan metido en su historia, al escuchar el ruido seco de la cachaba contra el suelo, me asusto pues fue lo más parecido a un tiro que podáis imaginaros. Una anécdota que me hizo un cosquilleo en el corazón. Me sigue contando que por suerte no le represaliaron al acabar la guerra. Si yo no me escapo esa noche, me reitera por dos veces Andrés, me hubiera pasado como a esos tres chavales en Murgia, me hubieran fusilado, no estaría aquí contigo contándote todo esto.

El camión en el que transportaban los carros y los bueyes desde Orduña hasta Orozko era de Vitoriano Mendivil, Orduñés, tenía una sierra en Saratxo. Después de la guerra la tuvo en Orduña. Era requeté. Abandonó Orduña y se marchó “arriba”, al borde de la peña, donde desde Ungino hasta el puerto de La Barrerilla, cercano al monte San Pedro, había muchos soldados nacionales dispersos. Después fue concejal Vitoriano en los ayuntamientos franquistas de la postguerra. Su mujer era de familia adinerada, tenían muchos caseríos en Lendoño de Abajo. Una vez que toman el poder los nacionales le dan concesiones a Vitoriano para tirar, por ejemplo, las rasas entre Bedarbide, Tologorri, hasta la encina de Lendoño de Arriba. Después regenta la oficina de la Caja de Ahorros Vizcaína. Es hombre de confianza del alcalde y del régimen. Estamos en 1943 y es la segunda alcaldía de Damaso de Uriarte y Díaz de Olarte, alias zapatico. Desde 1916 era político Vitoriano. Era un profesional de la política y cuando fue alcalde era ya hombre de edad. Lo vemos por ejemplo a la vera de Luis Llaguno Ipiñera en esa época. Llaguno fue presidente de la Diputación Foral de Bizkaia al caer el frente del Cinturón de Hierro. Se le acusa de haber participado en la elaboración de informes negativos para la ejecución de dos alcaldes, uno de Orduña y otro de Bilbao (1936-37).

En San Pedro el combate y la resistencia duró un año. Tenían una espinita clavada los nacionales, se cebaron con la población, fue muy dura la postguerra en la zona de influencia de Orduña. En San Pedro cayeron más de 130 personas, me dice apenado Andrés. Los que hicieron sufrir a la población eran los miembros del batallón de caballería Numancia.

Quiero agradecer a mi amigo Orduñés Txetxu Lambarri, hombre culto donde los haya, por la ayuda para escribir este artículo y quiero dar especialmente las gracias a Andrés, quien con 95 años me ha informado de tantas cosas que, si no las recogemos ahora, nunca lo haremos y se perderán. La historia se compone de pequeñas anécdotas o circunstancias que, juntas entre sí, nos dibujan lo que pasó en ella. ¿Cuánta gente como Andrés queda sin contar su experiencia? ¿Cuántos quedan vivos de aquella época que participaron en la Guerra Civil Española? Muy pocos.

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PEQUEÑO RESUMEN BIOGRÁFICO DEL AUTOR:

Miembro del Departamento de Etnografía de ARANZADI, es autor de 4 libros y tiene más de 200 artículos publicados. Especializado en la historia del montañismo vasco es conferenciante y colaborador de infinidad de medios de comunicación. Actualmente dispone de un espacio en Radio Popular de Bilbao los sábados y otro en Onda Vasca los domingos y colabora semanalmente en Tele7 y Telebilbao. Una de sus grandes pasiones es realizar visitas guiadas tanto sean de arte, historia o costumbrismo vasco.

 

 

Obús recogido en el frente de San Pedro de Orduña.

Donado por José Mª Pedrajas Martínez y conservado en el Museo del Nacionalismo Vasco

Fecha: 1937

Nº de registro: 10/0752

Medidas: Alto: 42,5 cm x ancho: 9 cm

Museo del Nacionalismo Vasco - Obús del frente de San Pedro de Orduña
Museo del Nacionalismo Vasco - Obús del frente de San Pedro de Orduña
Museo del Nacionalismo Vasco - Obús del frente de San Pedro de Orduña
Museo del Nacionalismo Vasco - Obús del frente de San Pedro de Orduña
Museo del Nacionalismo Vasco - Obús del frente de San Pedro de Orduña
Museo del Nacionalismo Vasco - Obús del frente de San Pedro de Orduña
Museo del Nacionalismo Vasco - Obús del frente de San Pedro de Orduña

“Un avión alcahuete italiano sobrevoló la zona donde estábamos cerca de Arraba y seguido, otro, empezó a escupir bombas. Todo fue muy rápido. Murieron cinco hombres de los que subían con los mulos hasta Igiriñao. Salían de un hayal y les cogió de lleno mientras nosotros íbamos un poco más atrás, yo empujando a los bueyes de mi caserío, y nos escondimos en el bosque y algo de metralla que volaba me alcanzó en el dedo”

Andrés Ugarte Zulueta

Museo del Nacionalismo Vasco - Obús del frente de San Pedro de Orduña

Vídeo de la exposición