Dibujo de Manuel Campomanes, consejero de sanidad del Gobierno vasco
Manuel Campomanes Álvarez: Un Hombre de Convicciones Firmes y Coraje Inquebrantable
Manuel Campomanes Álvarez nació en Asturias, en el seno de una familia trabajadora, y su vida estuvo marcada por un profundo compromiso con los ideales republicanos y la justicia social. Desde su juventud, mostró una firme inclinación hacia el respeto a la dignidad humana y la igualdad de derechos, una convicción que guiaría todas sus decisiones personales y políticas a lo largo de su vida.
Manuel se casó con Piedad Aranaga, con quien tuvo tres hijos. La familia se trasladó a Barakaldo, ciudad natal de su esposa, donde Manuel se integró rápidamente en la comunidad local. Fue en Barakaldo donde su ideología republicana y su carácter solidario encontraron un campo fértil para desarrollarse. Aquí se involucró activamente en la vida política y social de la ciudad, siendo un miembro destacado de la Agrupación Republicana de Barakaldo. En 1931, en pleno auge de la República, fue elegido concejal, un puesto que ocuparía con pasión y dedicación, siempre al servicio de la ciudadanía.
Además de su faceta política, Manuel compartía una gran pasión por el fútbol, llegando a ser presidente del Fútbol Club Barakaldo durante la temporada 1934-1935. Su amor por el deporte reflejaba su deseo de fomentar la integración y la colaboración entre los diferentes sectores de la sociedad.
Manuel, fiel a sus principios, abrió una sastrería en Barakaldo, llamada “Sastrería Barakaldo”, donde no sólo se dedicaba a su oficio, sino que también ofreció empleo a muchas mujeres, un gesto que demostraba su compromiso con la igualdad de género y la dignidad económica. Su enfoque hacia el trabajo siempre estuvo marcado por un sentido de justicia, buscando remunerar a sus empleados de manera justa, algo que, aunque le restó beneficios personales, lo convirtió en una figura respetada por aquellos que compartían sus ideales.
El contexto político y social de la época estaba marcado por una profunda polarización. Manuel no dudó en alzar la voz por la República y sus ideales, lo que le llevó a ocupar posiciones de liderazgo dentro de la Agrupación Republicana de Izquierda en Barakaldo.
En 1937, tras la victoria franquista en la Guerra Civil, Manuel fue arrestado, condenado a prisión y enviado a la cárcel de Puerto de Santa María, en Cádiz, donde permaneció durante tres largos años. Durante ese tiempo, su familia sufrió enormemente. Piedad, su esposa, soportó la carga de la prisión de su marido y la separación de sus hijos. En 1944, tras años de sufrimiento y penurias, Piedad falleció, un golpe devastador para la familia, que tuvo que afrontar las secuelas de la guerra y la represión.
A pesar de los sufrimientos personales y las adversidades, Manuel nunca cedió ante la presión del régimen franquista. Su rechazo al franquismo era absoluto. Se negó a colaborar en cualquier forma con el régimen, ni siquiera con gestos simbólicos como poner la bandera franquista en su balcón, lo que le acarreó numerosas represalias.
A raíz de estas persecuciones, Manuel abandonó su hogar en Barakaldo y se trasladó a Navarra, adoptando el nombre de "Manuel Montes" para pasar desapercibido. Finalmente, cruzó la frontera y se estableció en Baiona, donde vivió el resto de su vida, apartado de su familia, pero siempre firme en sus principios.
Su vida tomó un nuevo rumbo en 1946, cuando el Gobierno de Euzkadi en el exilio, dirigido por José Antonio Agirre, le ofreció el cargo de Consejero de Sanidad. Manuel aceptó con la convicción de seguir trabajando por el bienestar de su pueblo, aunque fuera a través de las difíciles circunstancias del exilio. Desde 1946 hasta 1960, desempeñó este cargo con honor, siempre fiel a su pensamiento republicano y a la justicia social.
Manuel Campomanes Álvarez fue un hombre de profundas convicciones, cuya vida estuvo marcada por la lucha por la justicia social, la dignidad de las personas y la igualdad de derechos. Su legado es un testimonio del coraje, la integridad y el amor por su tierra y su gente, valores que siguen vivos en la memoria de quienes lo conocieron y que perduran en la historia del nacionalismo vasco.
Su muerte en Baiona, lejos de su tierra natal, no apagó su legado. Hoy, su vida sigue siendo una fuente de inspiración para aquellos que luchan por la libertad, la justicia y los derechos humanos.
Donado por su nieta Pilar Campomanes
Fecha: 1937/1938
Nº de inventario: 24/0875
Medidas: Alto: 66 cm x ancho: 45 cm